Decenas de refranes y mitos como el de “¡Vende en mayo y vete!” o “Compra el rumor, vende la noticia” conviven en el día a día de los mercados, y entre ellos está el llamado “efecto octubre” que sostiene que los acontecimientos negativos graves que afectan a las bolsas tienden a producirse en el décimo mes del año. Para algunos solo se trata de una superstición más que de un fenómeno recurrente bien documentado. Sin embargo, vale la pena tomar cuenta de la historia y recordar cuáles han sido los principales acontecimientos de octubre en los últimos 100 años que alientan el mito. Podría decirse que los más destacados y recordados son el pánico de 1907, el crack del ´29 y el lunes negro del ’87. Veamos.
Con relación al boom de 1907, se trató de una crisis financiera desencadenada por una serie de malas decisiones y la fuga de depósitos provocada por la desconfianza pública en el sistema bancario. El pánico comenzó en octubre de 1907 y duró seis semanas en las cuales se produjeron múltiples fugas de depósitos y fuertes ventas de pánico en el mercado de valores.
En ese entonces los ricos banqueros de Wall Street encabezados por J.P. Morgan salieron en auxilio con sus propios fondos para evitar una grave crisis financiera que llevó a la creación del Sistema de la Reserva Federal (Fed). Es que los grandes banqueros no quisieron arriesgar sus fortunas en otro episodio similar y con el apoyo de aliados políticos en el Congreso y en el Tesoro presentaron planes para que fuera responsabilidad pública rescatar y estabilizar a los mercados en caso de ser necesario.
El famoso crack bursátil de 1929 se gestó tras la Primera Guerra Mundial donde las potencias europeas luchaban por salir de la crisis mientras la economía estadounidense andaba sobre rieles gracias al aumento de la producción industrial en los años veinte. La perspectiva de rápidas ganancias atrajo cada vez más estadounidenses a comprar acciones, hasta alcanzar el 6% de la población en 1929, donde el 80% de las acciones se compraron a crédito ese año.
La fiebre especulativa desembocó en el famoso y calamitoso "jueves negro" cuando el 24 de octubre de 1929 se pusieron a la venta 13 millones de acciones pero la demanda no acompañó y los precios se desplomaron y el pánico se adueñó de Wall Street, que vio como el 28 de octubre, "lunes negro" y el "martes negro", cuando se vendieron 16 millones de acciones a cualquier precio, todo fue para peor.
El tercer episodio fue el más reciente lunes negro del 19 de octubre de 1987 cuando el índice Dow Jones cayó casi 23% en un solo día. En ese entonces el titular de la Fed, Paul Volcker, subió fuerte las tasas de interés para frenar a la inflación, y los datos del déficit comercial estadounidense agravaron la tendencia. Fue la primera crisis de la era bursátil informatizada y se recuerda porque los sistemas de negociación programada fueron criticados por su falta de fiabilidad. Si bien la crisis no se extendió a toda la economía estadounidense como en 1929, sí requirió la intervención del presidente entrante de la Fed, Alan Greenspan.
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